Thursday, April 16, 2015

Sonido. Silencio.

SONIDO. SILENCIO.

El sonido de la vida, los colores.
Lo acabado. Los jeroglíficos.
Unas pestañas largas. El sonido de una envoltura.
El sonido es mudo. Es oscuro. Llamativo.
Es un indigente pidiendo limosna afuera de la iglesia.
Regalo maravilloso. Una flor.
El sonido es poesía. Tormenta.
Penitencia.
Adolece y marchita.
El sonido consumiendo el alma.
Como la soledad.
El sonido. La soledad. El silencio.
Todos duelen.
Como duele el mirar a la cien veces mejor nueva mujer de tu antiguo amor.
El silencio busca la perfección.
Busca lo infinito.
Pero no puede.
Lo interrumpe su propia e inminente soledad.
Solo le deja para usar la imaginación.
Una guerra que lucha.
La imaginación que le queda en esa lucha campal contra el sonido, la usa y crea aves.
“Me gustan las aves” –le dije un día a él- “y las mariposas”
El silencio de la vida nos envuelve a ambos.
Un cruce peligroso. Tengo miedo.
Es un laberinto mortuorio. Es una colorida sabina.
Sonido.
Silencio.

Te soñé...



Te soñé. 
Al filo de la madrugada.
Lenta y profundamente,
como esos efectos extraños que hace Cerati con la palanca de su guitarra en la ciudad de la furia.
La sensación de tí va subiendo desde la boca de mi estómago hasta mis senos pequeños,
rodeas mi cuello y me robas el aliento.
Tu presencia en la habitación dibuja una sonrisa en mi rostro,
 me pongo boca abajo, mi palma derecha entre mis piernas, dispuesta al ultraje,
y ya no eres un sueño.
Eres íncubo bajando por mi espalda penetrando los poros de mi piel.
Comienzo a sudar pese al sereno,
limpio el sudor con la mano izquierda.
Y entonces estas tú parado en la yema de mis dedos.
Exquisito, como un libro, o el chocolate blanco.
Suena el despertador indicándome que en media hora debo ir a nadar,  y desaparece tu olor.
Suelto dos “chingá” y prometo que los sueños que tenga contigo,
si es que se presentan otra vez,
dejarlos dormir,
al amanecer,
entre mis piernas...

Me gusta fumar desnuda...

Nota: Ya no fumo. Yey!!

Además de borracha, me gusta fumar desnuda.
Sola.
Oyendo Radiohead, desnuda.
Sintiendo cada milímetro de mi desnudez.
Me gusta fumar desnuda, y en la oscuridad.
Me gusta fumar desnuda en la oscuridad, y filosofar.
Sobre la vida, la muerte, la existencia, y en especial, sobre la soledad.
Me gusta escuchar “Trouble” de Coldplay, fumando y desnuda.
Me gusta fumar después de un buen orgasmo,
mientras ambos fumamos, y aún observas mis tetas, pequeñas y desnudas.

Placer: fumar desnuda y escribir.
Desnuda mi alma, desnudo mi cuerpo.
Desnuda y solitaria mi existencia. Y fumando.

Además de borracha, me gusta fumar desnuda. 
Descubrir mis deliciosos lunares y recordar los de las parejas de cama que he tenido.

A veces, casi siempre, me gusta fumar desnuda, y llorar.
Sacar mi soledad exhalando el humo del cigarro, y dejar correr las lágrimas sobre mi cuello y mis senos.

Y fumar, seguir fumando…

El pájaro....

El pájaro ha desplegado sus alas,
pretende aprovecharse del viento que,
sorpresivamente,
ha incrementado su corriente.

Si no aletea y emprende su vuelo en este riguroso instante,
morirá,
disipándose entre los gritos que habitan en el bosque oscuro.

Yo soy ese pájaro,
empujando tirando fuerte,
tratando, batallando, por abrir mis alas,
y volar lejos,
y llegar hasta tí.
Porque tu eres la briza tibia que mis alas necesitan para sentirse tangibles, liberta.

Debo volar hacia tí,
sanidad,
para no perderme en las cenizas de donde provengo.

Volar,
a través del mar que amenaza mi viaje con su profunda vastedad.

Debo volar hasta tus ojos,
pues son mi secreto más oscuro,
son mi desierto,
en donde quiero yacer.

Yacer en tus dunas suaves y tibias,
cual paloma herida,
y con calma, pacíficamente, hundirme en tus arenas movedizas.
Desaparecer.

El desierto es redención.
El mar, peligroso.

El mar es profundo,
lleno de vida,
de criaturas,
tal como la que tiene su propia voz,
y vive dentro de mi mente,.

El desierto es plano.
Solitario,
pero hermoso y silente.
y en el viven unicamente los redimidos.
Sobrevivientes de la muerte más agotadora.

Tu eres mi desierto.

Quiero yacer desnuda en el oasis de tu cuerpo.
Exhausta, pero sedienta aún.

Sedienta de tu piel.

Quiero saciar  mi deseo con tu saliva,
y alimentarme de cada uno de tus dedos.

Necesito forzar  mis alas más fuertemente,
emprender el vuelo final,
y renacer,
libre al fin,
y volar,
sin las alas que me atan a la locura....

Thursday, April 9, 2015

4.57 A.M.

A las 4.57 Antes Meridiano,
despierto embebida del capricho carnal de tu grueso y moreno falo
que es vino, y que sabe a vino oscuro,
y lo recuerdo deleitado, tan erecto en mi boca,
y se convierte en las manos de un hereje devoradas por el Diablo.

Entonces, el ansia mía de tus mordidas delimitando mi cuerpo,

sólo es un indicio simple

de siluetas nacidas

en el llanto solitario del silencio…

Mi piel

Me duele la piel tras haber estado contigo.

El cuello y mi seno izquierdo.

Tengo marcas rojas,
 vestigios de tu boca siendo presa del deseo, 
resarciendo sus pecados con mi piel.

Me duelen las piernas,
el hombro,
la sonrisa,
y las yemas de los dedos.

Tu boca es la ejecutora de mordidas clementes dirigidas por tus ojos paganos.

Empero,
mi esencia trasciende a un encuentro tuyo.

Exhala palabras mudas, gemidos fastuosos.

Mi esencia tiene alas y es como el humo del cigarro que me fumo contigo:
libre.

Mi piel es sólo un esbozo del universo;
Trasciende a tus mordidas, 
a la existencia.

Mi piel,
Es Luna en el omóplato de Dios.


Canvas

Inhalo,
tratando de retener cada uno de los centímetros de tu piel en la memoria,
exhalo, 
y dejo impregnados en la punta de mi lengua el sabor de los lunares de tu espalda.

Vivo en el recuerdo,
de las mañanas en tu cama,
respiro y aún puedo oler tu perfume de alcatraces.
 
Me levanto,
trastabillo con el canvas de la noche anterior que aún gotea, 
como venas suicidas
los colores negros y bermejos de las pinceladas furiosas con las que intenté expeler mi ansia tan salvaje de tus besos.

Creo que fue ayer, 
aunque ha pasado tanto tiempo, que no sé de cierto,
que caminaba por el pasillo largo de mis errores, 
contándote mentiras para el recreo de mi ego.
 
Respiro, y en silencio,
logro cauterizar mis heridas,
pensándote.