A las 4.57 Antes Meridiano,
despierto embebida del capricho carnal de tu grueso y moreno falo
que es vino, y que sabe a vino oscuro,
y lo recuerdo deleitado, tan erecto en mi boca,
y se convierte en las manos de un hereje devoradas por el Diablo.
Entonces, el ansia mía de tus mordidas delimitando mi cuerpo,
sólo es un indicio simple
de siluetas nacidas
en el llanto solitario del silencio…
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